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Choquequirao


«Es lo más duro que he hecho en mi vida» y con este mensaje de un buen amigo argentino empezamos esta aventura, mientras por dentro pensábamos, «¡Bahh! No será para tanto, entre ida y vuelta son unos 60 kilómetros… Nos vamos a Choquequirao, un trekking de unos cuatro o cinco días a lo que se conoce como la hermana sagrada de Machu Picchu.

DÍA 1:

Es temprano (o bueno, quizá no tanto) llegamos a la terminal de Cusco donde por cinco minutos perdemos nuestro bus y como para el siguiente faltan unas tres horas, aprovechamos para subir a la torre de Pachacuteq . No lo sabíamos pero esto era la primera señal de que esta aventura iba a ser larga. Al cabo de un rato tomamos nuestro bus hacia Abancay, que nos dejará en el desvío de San Pedro de Cachora. Después de unas tres horas estamos en una carretera con dos casitas en medio de la nada. Un señor con su hijo esperando, le preguntamos si va a Cachora, y de inmediato parece que nos conozca de toda la vida y en un momento nos explica un montón de cosas del lugar.  Viene un taxi, regateamos, y tod@s adentro. Para llegar al pueblo desde el cruce vamos descendiendo una montaña por una carreterita bien estrecha. San Pedro de Cachora es una aldeita tranquila con humildes casas y calles de piedra. Nos despedimos y empezamos el wpid-dscn8974.jpgcamino. Está atardeciendo y nos habían dicho que cerca de Cachora había un mirador donde se puede acampar. Caminamos unos quince minutos y vemos una explanada con el nevado del Kiswar al fondo ¡no hay belleza más grande que los Andes! Plantamos la carpa y hacemos un fuego para cocinar. Estamos encandilad@s… las estrellas, la luna, las montañas, la naturaleza,… no hay mejor casa que esta.

DÍA 2:

Esta amaneciendo y es indescriptible despertar en medio de los Andes, preparamos el desayuno,  avena-maca a lo inca pero… «puaj» nos hemos dejado el azúcar y la canela y aunque está bastante mala nos la comemos, la caminata va a ser dura… Todo a punto para empezar y oímos ¿Pero que hacéis? ¡Aquí no se puede acampar! Nos dice un hombre bien enojado. ¿No es el mirador? ¡No! ¡Y habéis hecho fuego! Y ahora viene un grupo… y #¬&!?= lo sentimos, pensábamos que era el mirador y se podía acampar… ¡Aquí está prohibido! ¿Pero no viene un grupo? Uixx… mejor no provocar… parece que está prohibido sino pagas en medio de la nada… ¡Gracias señor! ¡Y que tenga un buen día!

Parece que nuestro mirador, no era el mirador… Empezamos a caminar, es todo plano, wpid-wp-1443160629872.jpeg¿qué raro? Vemos un cartel «A Choquequirao», pasamos un pequeño río, un senderito entre árboles,… todo muy apacible y llegamos a una carretera de tierra en plena solana… ¡Qué calor! Son las 10 de la mañana y el sol es sofocante, vamos despacito, no por la dificultad sino por el sol. Nos adelanta un coche y comemos todo el polvo… En un rato (exactamente 11 km) llegamos al «verdadero mirador» hasta el cual puedes llegar en coche y donde empieza el camino. Hay un pequeño quiosco, descansamos en la sombra, tomamos agua y hablamos con el dueño, que nos regala un poquito de azúcar mientras nos explica que hasta el río se tardan unas 5 ó 6 horas. ¿Tanto? Pensamos… si son unos 10 km de bajada… Lo que no sabíamos es que el cañón del Apurimac es uno de los más profundos del mundo y su descenso de 1500 metros no es precisamente un «paseo». Empieza la verdadera caminata,wpid-dscn9167.jpg el sendero es estrecho y serpenteante, el sol en nuestra espalda se hace notar, bajamos al principio muy ilusionad@s pero el ritmo va aminorando… empezamos a estar muy cansad@s, ¿qué llevamos? ¿Tres horas bajando? No sabemos… estamos perdiendo el sentido del tiempo. Miramos hacía abajo, aún no vemos el río… muy lejos no puede estar… El paisaje ha cambiado del marrón y la tierra inicial a un verde húmedo en el que nos empiezan a picar todas las mosquitas (no se porque les ponen ese nombre… en realidad son minimosquitos con características inversamente proporcionales, cuanto menor es su tamaño mayor es su mala leche). Nos sentamos a descansar, las vistas son preciosas pero el agotamiento no nos permite disfrutarlas en su esplendor. Al fondo, en medio del verde de la montaña unos zig-zags infinitos que se pierden en algún punto… uauuu ¡si tuviera que hacer eso me muero!¡Qué locura! (ilusa… en un par de días íbamos a estar subiéndolo). Y todavía no se ve el río… ¿Quieres chocolate? ¡Tenemos chocolate! Esto es Felicidad (y con mayúsculas)…  ¡Mira allá se ve una casita! A unos 200 ó 300 metros un pequeño hogar con humo por la chimenea, nos acercamos y una «seño» nos deja acampar y ducharnos a cambio de un par de soles.

Lo primero, una ducha, bueno un chorro de agua con un plástico alrededor para evitar que entre el cerdo y las gallinas 🙂 y aunque no lo parezca, es una de las mejores duchas de nuestras vidas, tras el cansancio, enjabonarse en plena naturaleza, entre montañas y un cielo espléndido, no se puede equiparar ni al mejor jacuzzi del mundo.

Carpa montada, fuego en proceso, estrellas en el cielo,… Balance de la jornada: ¡qué día más largo! ¡y qué duro! Mañana nos lo tomaremos con más calma, el objetivo es llegar al río, que es una tercera parte de lo que hemos hecho hoy.

DÍA 3:

Como no vamos ha hacer una jornada tan larga decidimos levantarnos sobre las 6.30 – 7 a.m. ¡Piiip! Primer error, mientras desmontamos las mosquitas literalmente nos comen… pueden llegar a picar hasta en el ojo,  ¡de verdad! Está saliendo el sol ¡piip! segundo error, casi nos da una insolación por el camino. Y ya paramos de contar errores, no porque no hiciéramos más sino porque nos descontamos. Es cierto…

Empezamos a caminar y lo que parecía que iba a ser corto se nos hace eterno… Nos cruzamos con unos «arrieros» , son lugareños que con sus mulas cargan todo el equipo de los turistas y así ellos sólo van con una pequeña mochila con agua y un par de mudas. No como nosotr@s que vamos con todo el equipo de acampar, comida para 7 días,… y un par de mudas.

El sol nos está machacando, el ojo parece un volcán, no para de hincharse, el peso de la espalda parece que nos hunde en el suelo, ya no miramos el paisaje, sólo vemos nuestros pies cansad@s, nuestros minúsculos pasos y mucho desanimo. ¿Qué hacemos aquí? ¡Esto es terrible! En una de las pocas sombras del camino nos planteamos dar media vuelta. Sólo pensar que todavía nos queda llegar al río, volver a subir el cañón de 1500 metros por el otro lado, para después volverlo a bajar y de nuevo subirlo, nos asusta. Aquí no nos wpid-wp-1443160637820.jpegpodemos quedar y tampoco nos vemos con fuerzas para volver al mirador. Decidimos llegar al río y allá ya veremos que pasa mañana.

Medio arrastrándonos, poco a poco, muy poco a poco, caminamos,…  ¡Mira el río! ¡Por fin!
¡Ueeeee! Pasamos lo que denominamos nostr@s el «caos granítico», un conjunto de grandes piedras que en algún momento cayeron de forma aleatoria y juguetona. Una bajada más, ¡llegamos!

Saludamos al guarda, un señor mayor, solitario, pero con ganas de contar y que le cuenten. Nos mojamos los pies y nos estiramos en unas grandes piedras. Al rato un grupo de limeños que vuelven de Choquequirao con todo lujo, ¡traen hasta sus propios cocineros! Son un montón y al hablar con ellos nos ven el desanimo que tratábamos  de ocultar.  Al momento, «chicos tienen que llegar», «tengan este repelente es buenísimo», «tomen palta, tomates, lentejas,…» Entre regalos y palabras de aliento, nos sonreímos, ya que hemos tocado fondo (y no sólo el del cañón) ahora sólo nos queda subir. La vida, aunque a veces lo dudemos, siempre regala aire fresco…

DÍA 4:

Para evitar el sol, ya que la subida no tiene ni una sombra, nos despertamos bien temprano, aún de noche, queremos subir al alba. Grrrrcrrrr… ¿Qué es esto? Mi barriga, me siento mal, como mareada… Así no puedes subir. ¿Y qué hacemos? Lo que pide el cuerpo, descansar. Pasamos todo el día al lado del río, el señor solitario, las mulas que suben y bajan bien cargadas… y mirando la terrible cuesta que nos espera mañana… Parece interminable, tendrá como dos kilómetros (sin exagerar), y una segunda cuesta algo más corta y miles de zigs zags,… mejor no mirar más.wpid-wp-1443160629770.jpeg

El señor nos explica su historia y también nos relata cómo unos años atrás, una gran riada junto con un fuerte desprendimiento se llevaron el antiguo puente y desde entonces hasta hace unos pocos meses, cuando abrieron el robusto nuevo puente, la gente tenia que cruzar el río en una vagoneta sustentada por un cable, de la que dos personas tiraban de cada lado para moverla. Mientras, el día pasa tranquilo, caluroso, pero sobretodo, recogiendo fuerzas.

DÍA 5:

Despertamos, es de noche todavía, recogemos la carpa, desayunamos maca-avena (otra vez) y list@s para partir. La luna nos ilumina, cruzamos el puente y empezamos a subir esa primera cuesta, larga, interminable, despacito y en silencio. Después, la segunda, sentimos la montaña en la oscuridad, su poder. Poco a poco, como nuestros pasos,
empieza a salir el sol. Sigue la subida. Vamos bien, pero no podemos perder el ritmo. Al cabo de un buen rato, llegamos a Santa Rosa Baja, unas tres casas, y en una de ellas una parada. Una «seño» sonriente nos prepara un café con los primeros rayos del sol y un cerdito que parece un perro reclama nuestra atención 😉 . Seguimos, el sol es fuerte y el cansancio wpid-wp-1443160631701.jpeghace acto de presencia.  La mochila cada vez pesa más, parece que carguemos con un elefante y un hipopótamo juntos. En la próxima curva un breve descanso. A nuestros ojos, una cascada, «gracias Apu» (el espíritu de las montañas según la cosmovisión inka). Y sin darnos cuenta estamos refrescándonos en este tesoro natural.  ¡Venga el último tirón! Ya debemos estar cerca de Marampata (la aldea de la cima). Estirando las energías, sin hablar pero disfrutando el paisaje, seguimos subiendo. Un porticón. Unos caballos. Unas casas. Un camino plano. ¡Estamos en Marampata!

Marampata es una belleza perdida en las montañas, el tiempo parece no correr, el aire puro, el verde intenso,… y tenemos la suerte de estar aquí. Es un paraíso wpid-wp-1443160632226.jpegperdido.

Acampamos en el jardín de una «seño» que amablemente (y obviamente, por unos soles) nos deja usar el baño y la cocina de leña. Un pequeñín quiere jugar y unas gallinas con capa revolotean. ¿Supergallinas? Sí, llevan capa plástica de vistosos colores que les da el superpoder de que no los atrape un condor.  😉

Preparamos la cena y en la «cocina» un montón de cuyes asustadizos que se dejan ver a cambio de comida. ¡Qué bonitos! Y cuanta compañía para cocinar.

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En la carpa, sentimos cosquilleo en los pies, estamos a dos kilómetros, en casi llano, de Choquequirao.

DÍA 6:

El sol asoma y empezamos el camino, queremos disfrutar el día, ansios@s empezamos a caminar. Una subidita, una bajada, un montón de piedras, una pequeña caída de agua y… siempre con un barranco al costado. ¿Te imaginas a los inkas pasando por aquí? Jamás sentían miedo…

Un banquito, un señor sonriente, uno de los guardas del recinto. Siente muchas ganas de hablar y está feliz porque hablamos la misma lengua. Nos muestra donde acampar y nos explica como llegar a los diferentes lugares.wpid-dscn9043.jpg

Choquequirao, Choquequiraw o Choq’ekiraw, Cuna de Oro en quechua, es un lugar sagrado sobre las estribaciones de la cordillera del Salcantay a unos 3000 msnm que en la época inka se constituyó como un centro cultural y religioso y como punto de control en el camino entre Vilcabamba y Machu Picchu. Posteriormente, con la colonización, fue uno de los bastiones de resistencia y se convirtió en el refugio de las altas esferas. Se cree que pequeños inkas reales se trasladaban aquí para crecer entre la seguridad de las montañas.

wpid-dscn9035.jpgEmpezamos a explorar las terrazas, en pleno barranco, construcciones majestuosas en plano vertical. Canales y sistemas de puentes. La inteligencia Inka. Subimos por un caminito para llegar a lo más alto, una explanada que conforma la Huaqaypata o la plaza principal nos brinda su esplendor. Lo más cerca de Inti y las estrellas, con vistas al abismo, el río Apurimac fluye al fondo y si tienes suerte puedes ver sobrevolar algún cóndor. La fuerza del lugar es omnipresente. Al costado un templo con una puerta mágica que parece no llevar a ninguna parte.  Pequeñas edificaciones al costado que nos conducen al Hanan o zona superior. Es majestuoso. Queremos respirarlo todo.

Volvemos a la plaza y una flecha que indica «llamas» ¿cómo no ir a visitarlas? Bajando y wpid-dscn9099.jpgbajando parece que no llegamos nunca. Con un desnivel de 250 metros vamos descubriendo las «Llamas del Sol» realizadas con piedras blancas que destacan brillantes en el gris del fondo.  Veinticuatro grabados encarados al sol que se creen ofrendas a los Apus. Son de una profunda belleza. Colocadas en el cañón mirando el infinito.

Volvemos a ascender, es increíble estar acá y casi solos. Es un regalo. Y lo mejor de todo es que dormiremos a pocos metros de esta maravilla.

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Felices, muy felices dormimos rodead@s de misticismo.

DÍA 7:

wpid-dscn9039.jpgAmanece, paseamos de nuevo por Choquequirao, más fotos, visitamos los depósitos o Qolqas, contemplamos esta maravilla y pensar que sólo se ha descubierto el 30%…

Uno de los grandes encantos del lugar es que no hay nadie, (o casi). Choquequirao es desconocido y de difícil acceso. Nosotr@s hemos tardado en llegar pero si pagas un arriero en dos o tres días puedes estar en la cima. Se ha de caminar y el terreno no es fácil, pero vale la pena. Y mucho. El guarda nos explica un proyecto de un teleférico. Nos apenamos. La magia y el misterio se perderán. Llegaran grupos de todas partes y se destrozará parte de la montaña… Parte de esta aventura es el camino. Pero, a la vez nos sentimos afortunad@s de haberlo vivido e incluso haber acampado aquí.

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Nos despedimos de este lugar sagrado, lleno de sabiduría y belleza. Nuestros pasos dejan atrás Choquequirao pero su esencia nos acompaña.

Visitamos a la «seño» de Marampata y también sus simpáticos cuyes. Montamos la carpa y dormimos dichos@s.

DÍA 8:

wpid-wp-1443160636274.jpegEs de noche y aunque no lo hayamos ido contando, el azúcar que nos regalaron hace días que se terminó y  ya odiamos la maca-avena, a pesar de todo, nos la comemos, es lo único que tenemos para desayunar. Empieza el descenso y a pesar de que es bajada, los pasos no son muy grandes ya que la pendiente es pronunciada. Será que estamos más livianos
(casi nos hemos comido todo), que nos estamos acostumbrando al agua con yodo (aunque sepa a hospital) o la felicidad de haber visitado uno de los lugares más hermosos del mundo, todo nos parece más fácil.

Llegamos al río y hace un calor terrible, paramos a wpid-wp-1443160637789.jpegcomer y a darnos una ducha fría que nos regenera hasta el alma. Tras el descanso y ahora que ha bajado el sol emprendemos la subida. Queremos dormir en el primer refugio, hacer la subida del tirón nos parece demasiado.

Atardeciendo acampamos, tenemos un buen ritmo, el corazón feliz y estamos animados. Lo imposible se está haciendo realidad.

DÍA 9:

En plena oscuridad nos despertamos y al abrir la puerta de la carpa ¡Ahhhhhhhhh! ¿Qué ocurre señorita? Una araña gigante y peluda. Señorita, no grite por eso, no hacen nada. (Responde el dueño malhumorado) Perdón, no estoy acostumbrada a despertarme en la noche y ver una araña de este tamaño que parecía que me fuera a comer.

Después del susto y de la maca avena, subimos, contemplando el paisaje y sabiendo que es el último día de este camino.  Miramos al otro lado del barranco y vemos todo lo que subimos y bajamos. Estamos orgullos@s. La subida que hoy caminamos fue la bajada del segundo día que casi acaba con nuestros ánimos. Hoy la sentimos de otro modo, hoy es nuestra aliada, hoy ya nos conocemos.
Al fondo, el mirador, unos zigs zags más y wpid-wp-1443160638709.jpegabandonamos el camino.  Hemos llegado, miramos al fondo y entrevemos el camino recorrido y al fondo distinguimos Choquequirao. Estuvo allá todo el tiempo pero no lo veíamos, nos habían hablado pero no lo sentíamos con el corazón. La última mirada…

Llegamos al mirador y nos premiamos con una Inca Kola gigante, fresquita, riquísima. Dos litros de alegría y azúcar 😉 Como no tenemos la suerte de que haya algún coche de  vuelta nos toca ir hacía Cachora
caminando, y aunque es casi llano se nos convierte en interminable. Diez wpid-wp-1443160639058.jpegkilómetros de eternidad en plano. Casi exhaust@s llegamos al pueblo y conseguimos un transporte hasta el cruce de carretera. Ya sólo nos queda esperar hasta el bus hacía Cusco.

Con los pies cansados y el cuerpo dolorido, pero con el alma feliz, pletórica,  ¡lo hemos conseguido!

¡Lo más duro que hemos hecho en nuestras vidas!

PD: ¡¡¡No volveremos a comer maca-avena nunca jamás!!!