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Digiriendo el camino


Tomamos un bus y en poco tiempo (unas tres o cuatro horas) el clima y el paisaje cambian repentinamente, dejamos la selva para llegar a Baños de Agua Santa, un pueblito en la sierra a las faldas del volcán Tungurahua, que en Quichua significa «ardor en la garganta» y el cual se encuentra todavía ferozmente activo. Es un lugar tranquilo y turístico al mismo tiempo con mucha naturaleza por conocer a nuestro alrededor. Algo cansad@s, paseamos por el pueblo, es pequeñito y se levanta al borde de un precipicio, se encuentra rodeado de cascadas y en su centro destaca la iglesia, pero no por su arquitectura, sino por los pinturescos cuadros que la decoran y en los que se pueden leer extraños relatos de los cientos de milagros que la Virgen de Agua Santa realizó acá, historias curiosas sobre burros que atraviesan ríos, casas que sobreviven a inundaciones,… y destacando como la Virgen con su mano frenó la furia del volcán.

Un malestar que se contagia nos invade, no sabemos si los cientos de picadas que llevamos, el agua de la selva, las emociones, las salsas de la cena, el cansancio,… nos hacen que todas las excursiones programadas se resuman a quedarse en la camita comiendo arroz… digerir el mundo, a veces, no es tarea fácil…

Han pasado cuatro días desde que nuestro cuerpo nos dijo ¡pará! y queremos seguir cuidándolo aunque ya se encuentre mejor. Nos damos un regalito y vamos a las termas que dicen que sus aguas tienen poderes curativos. Éstas se encuentran en un lugar privilegiado, bajo una cascada y con vistas al volcán.Todas las «piscinas» son exteriores, la primera es de un agua templada y muy agradable, lástima que niñ@s y sus familias se lo tomen como  zona de juegos. Las otras dos son extremos termales, primero te sumerges en un agua helada, muy helada, donde llega un punto que sólo sientes cosquilleos que suben por tu cuerpo, esto es la preparación para poder sumergirte en la otra piscina, donde el agua es muy caliente, cuesta de soportar, toda la piel se pone rojiza y parece que vayas a hervir. Son sensaciones extrañas rodeadas de vistas hermosas.

Renovad@s nos despedimos de Baños y aunque apenad@s por no haber podido disfrutar del lugar seguimos nuestro viaje, nos esperan en Riobambaconocida también como «el sultán de los Andes» , a sus 2750 msnm y rodeada por varios volcanes como el Chimborazo, el Tungurahua, el Altar y el Carihuariuazo.

Riobamba tieneun encanto muy especial, mires donde mires, encuentras majestuosos volcanes cubiertos de nieve, que al amanecer y atardecer toman unas tonalidades rojizas que te dejan encandilad@. Al norte de este lugar visitamos Guano conocido por sus artesanías de cuero y poco más. Con otra buseta, que hay quien tiene que ir encorbado, porque la altura de estas combis es para gente pequeñita, llegamos a Cajabamba. Un pueblo indígena y tradicional de nombre muy curioso donde bordeamos la laguna de Colta y parte de las vías del tren turístico que se dirigen a la Nariz del Diablo. Otro día más de mundos distintos… que diferente puede ser tu vida si naces acá,…

Un intercambio de comidas siempre es rico, tortilla de patatas y «pà amb tomàquet» por buñuelos de viento, bolón de verde y dulce morocho, nos encanta… disfrutar de las comidas en casa de alguien del lugar siempre es enriquecedor y más si viene acompañado con una buena conversación y consejos para el soroche.

El sol aún no ha salido y el agua hierve, preparamos mate de coca con bastante panela, la coca es bastante amarga y no muy agradable, pero hoy vamos a las Lagunas de Atillo que se encuentran a 3526 msnm y aún sentiremos más la falta de oxígeno. Tras unas dos horas de viaje bajamos del bus, hace frío, mucho frío, llueve y esta nublado. Estamos en el punto más alto, en la Laguna Negra, pero no vemos nada 😦 la densa niebla nos oculta el paraje. Empezamos a descender por la carretera ya que los caminos son moquetas de agua. Todo es verde y no para de llover, es una lluvia fina pero nos cala hasta los huesos, la humedad del ambiente es enorme y el frío empieza a ser pesado.

«¡Para, para, saca la cámara! Ha despejado un poco y vemos tres lagunas que están conectadas. Es relindo. Pero la niebla vuelve de nuevo y nos oculta toda esa maravilla. ¡Qué pena! Helados seguimos caminando y encontramos unas casitas que parecen barecitos. Miramos, parece que está todo cerrado, pero en una de ellas sale humo por la chimenea. «Toc, toc». Una señora nativa con sus trenzas y bien abrigada nos abre la puerta. Sentimos el calorcito. Con una sonrisa pone más leña y nos prepara un café muy caliente. Nuestro cuerpo empieza a aclimatarse mmm… que agradable. El gatito corretea por el suelo de madera. Nos quedaríamos gustosamente más tiempo pero mejor seguir caminando. De nuevo en la carretera, parece que la niebla nos deja ver algo más, las montañas y algunas vacas se aprecian en nuestro camino. A pesar de la lluvia disfrutamos, tomamos fotos,… y sin darnos cuenta llegamos a Atillo donde cogemos el bus de regreso.

De nuevo en Riobamba, ¿pero en latinoamérica no ibamos a pasar calor? cuantas cosas no sabíamos y cuanto nos queda por conocer…