Donde habita el arco iris


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Nos despedimos del amable Paraguay para ir a Iguazú, uno de nuestros grandes deseos de esta aventura. Iguazú que en guaraní significa agua grande es uno de esos lugares mágicos donde las palabras jamás podrán describir lo que se siente al verlas. Tanto desde el lado de Foç do Iguaçú en Brasil como de Puerto Iguazú en Argentina ver el paisaje, sentir la fuerza del agua, mojarte con sus gotitas cristalinas, disfrutar del eterno arco iris, ver revolotear millones de mariposas o que se te acerquen los coatíes a «robarte» algo de comida es indescriptible. Por lo que mejor mostramos algunas de las fotos de esta maravilla natural.

Dice la leyenda guaraní que en Iguazú habitaba una monstruosa serpiente llamada Boi. Para apaciguarle todos los años las diferentes tribus se reunían y le ofrendaban una bella doncella que lanzaban al río. Ese año era el turno de Taibí una joven preciosa. Taroba, un cacique guaraní, se enamoró perdidamente de Taibí y suplicó a los ancianos que no la sacrificaran. Los ancianos se negaron y Taroba decidió que la noche antes del sacrificio raptaría a Taibí en su canoa para salvarla. Boi se enteró y cuando los dos amantes huían en la canoa se puso tan furiosa que encorvó su lomo y partió el curso del río formando las cataratas y atrapando a Taroba y Taibí. A él lo transformó en una palmera y a ella en una roca, constantemente golpeada por las aguas, y Boi se escondió en la Garganta del Diablo desde donde vigila a los enamorados para que no vuelvan a unirse. Pero, sin embargo, en días de pleno sol el Arco Iris supera el poder de Boi y los une.

La cara «amable» de la colonización


Querer conocer a fondo Paraguay no es tan sencillo como creíamos, aunque sin montañas, las comunicaciones a excepción de las tres grandes ciudades, Asunción, Encarnación y Ciudad del Este, son complicadas. Nos enteramos de lugares que imaginamos hermosos pero el transporte es inexistente, sale un día a la semana (si acaba saliendo) o bien no se puede acceder porque carecemos de contactos con los menonitas o con poblados guaraníes. En cierta manera nos desanima, o quizá, ya lo estamos un poco, tanto tiempo de viaje hace que la capacidad de sorpresa vaya menguando o puede que sea Paraguay que quiere conservar su intimidad y misterio, quien sabe…

Hace mucho calor, el verano es húmedo pero el tereré y sus gentes nos reconfortan, después de pasar una noche en San Ignacio (por problemas de conexión) y darnos el superlujo de comer en un restaurante una pizza 🙂 conseguimos llegar a San Cosme Y San Damián una de las ocho misiones jesuíticas que se encuentran en el país.

Al llegar, el calor hace que se vea todo con aire desértico,  el pueblo es chiquito y preguntamos en la oficina del planetario y las ruinas donde acampar, sorprendid@s de nuevo, nos dicen que podemos hacerlo en el planetario y que para ducharnos podemos ir a la casa del guarda. Puede que no lleguemos a conocer los grandes secretos del Paraguay pero estamos empezando a creer que lo realmente bello  (sin necesidad de nada más) y lo más puro, son las Personas (en mayúsculas) y este es el misterio que nos quiere enseñar Paraguay.

La cultura guaraní  tiene un profundo respeto por lo que le rodea y, fue y sigue siendo, un gran conocedor de la naturaleza, de ahí que después del latín, el Tupí-Guaraní es la lengua más usada en la catalogación de la flora y fauna. Con carácter hospitalario también saben luchar por lo que creen y ahora lo siguen haciendo para salvar la selva amazónica. Así lo demuestra el origen de su nombre, ya sea la versión de que se lo pusieron los españoles durante la conquista cuando les escuchaban gritar guará-ny, que quiere decir «combatirlos»; o bien se lo autodenominaron ellos mismos con la palabra Guarini que significa guerra o guerrero. Aunque existe otra versión que explica que guaraní significa hombre y se lo pusieron ellos mismos para diferenciarse de otros pueblos.  Sea un grito de guerra o una confirmación de su identidad, con la llegada de los jesuitas a principios del siglo XVII transformaron su modo de vida.

Las Misiones Jesuíticas  son un conjunto de treinta pueblos fundados por la orden católica de la Compañía de Jesús con el objetivo de evangelizar los indígenas guaraníes. Los jesuitas aprendieron la lengua guaraní y supieron aprovechar la cosmovisión que tenían para convertirlos. Con paralelismos como los profetas portadores de un camino que para los guaraníes son los «karais» o la búsqueda de la Tierra sin Mal que podría ser el Edén, el fomento de la unificación de «aldeas o tekuas», el control de los recursos naturales, poco a poco, se ganaron su confianza. Construyeron escuelas donde se les enseñaba catolicismo, hicieron zonas de cultivo para la comunidad y para cada familia, fusionaron las artes y la música, fijaron las seis horas diarias de trabajo… Con esto no queremos defender a los jesuitas, porque llegaron a tierras que no les pertenecían y transformaron la realidad de los guaraníes sin que nadie se lo hubiera pedido en el nombre de un Dios, pero nos merece cierto respeto que en tiempos de colonización brutal y en una época donde se explotaba y mataba, los jesuitas actuaran de esta modo.

Con la carpa montada a un costadito delwpid-wp-1446153075224.jpeg planetario vamos a ver las ruinas que están a dos minutos a pie junto con una guía (viene incluida en la entrada 😉 ). Nos explican que  San Cosme Y San Damian, venerados acá, eran dos hermanos médicos que curaban con la medicina y la fe, ellos lo hacían desinteresadamente por lo que fueron perseguidos, torturados, quemados y finalmente degollados. Toda esta historia entre los muros rojizos de una iglesia que se sigue usando hoy en día… Salimos, de nuevo al sol, nos encanta el contraste rojo de los muros con el gran pasto verde, en el pasillo del claustro un reloj de sol, enorme y en funcionamiento (menos mal 😛 ). Cerquita la escuela y al fondo la zona de cultivo. Nos cuentan que en 1703 llegó a la misión el Padre Buanaventura Suarez, que ayudado por los guaraníes, construyó un telescopio de bambú y cuarzos tallados, un cuadrante y un reloj astronómico, que a pesar de ser rudimentarios eran muy precisos. Pero sobretodo, es relevante por escribir el «Lunario del Siglo», un libro minucioso que permitía conocer fenómenos astrales con antelación. Cuantas cosas sucedieron en estas paredes…

Regresamos al planetario, construido en honor a Buenaventura, esta noche lo disfrutaremos. Nos gusta mirar el cielo y las estrellas pero del hemisferio sur conocemos poco… tenemos ganas de que oscurezca…

El sol brilla y hace mucha calor, es un buen momento para que nos muestren el telescopio solar. Miramos a través de él, el sol es como una gran bola de fuego roja, como si fuera lava, con erupciones y puntos oscuros (que son los lugares más fríos si se pueden llamar así…) Uauuu….

DSCN0131La noche se acerca y nos explican el funcionamiento de la esfera armilar, una especie de planisferio de metal donde puedes ubicar el lugar y la estación en la que te encuentras y determinar las coordenadas celestes de las estrellas. Un instrumento muy antiguo y precioso. Sólo hay dos replicas más como la que estamos disfrutando en el mundo, y una de ellas en Barcelona… (mira que hemos ido lejos para verla).

Ya es completamente de noche y vemos la Cruz del Sur que siempre nos indica el sur y según los guaranís se trataba de una huella de avestruz, animal sagrado para ellos. Cerquita Alfa y Beta Centauro como si fueran una pareja de enamorados. Si nos fijamos un poco más, el Cinturón de Orión o las Tres Marías, madre e hijas que lloran en el cielo porque el padre ha marchado a la guerra y no ha vuelto. El cielo siempre está lleno de historias y en la cosmovisión guaraní existían muchísimas, pero algunas nos llaman la atención como que los meteoritos son excrementos de las estrellas y que los eclipses se producían porque un gran yaguareté se comía a la Luna a la cual defendían lanzado piedras y flechas porque lo consideraban de mal augurio.

Descansamos…

Día relajado, paseamos por el pueblito y vamos a la presa y sin querer llega la noche. Pero la mejor parte viene ahora, cuando no hay nadie en el planetario, ni luces, solo el cielo, nosotr@s con un helado gigantesco en la mano. Miramos al cielo,  reconocemos estrellas, constelaciones y recordamos historias…

Cambiamos calma por tranquilidad en lwpid-wp-1446208646806.jpega ciudad de Encarnación donde nos reciben dos hermanas en su bonita casa. La capital de Itapúa a pesar de ser ciudad es relajada, sus calles  poco transitadas repletas de árboles, la gente descansa en los parques,… La disfrutamos… Buenos momentos de charlas, paseos, de mojarnos los pies a orillas del Paraná y ver el atardecer con vistas a Posadas (Argentina).

wpid-wp-1446208646805.jpegRegresamos a las misiones, esta vez, visitamos la Santísima Trinidad y Jesús,
increíblemente, volvemos a dormir gratis al ladito de las ruinas de Trinidad. A unos diez kilómetros, la misión de Jesús de Tavarangüé, es enorme y su iglesia es una replica de la de Loyola en Italia.  Es muy linda y todo en un rojo intenso y con múltiples detalles que combinan artes de un mundo y de otro. De regreso esperando el bus, una guía se ofrece a llevarnos a Trinidad en su coche y con una gran sonrisa aceptamos. Trinidad del Paraná fue una de las mayores reducciones, es una de las mejores conservadas y la más extensa, forma parte del  Patrimonio de la Unesco. Una iglesia inacabada, un campanario provisorio, arcadas de casas de guaraníes y quizá un calabozo donde se cree que recluían temporalmente a los nativos que wpid-wp-1446208649976.jpegquebrantaban las normas de la misión, junto con un sol que la convierte en un arco iris de rojo… 

La historia seguía su curso, a principios del siglo XVIII la monarquía española comenzó la expulsión de los jesuitas, estos abandonaron las misiones, muchas a medio construir y los guaraníes volvieron a la selva o emigraron a Buenos Aires.

Descansando cerca de las ruinas, mirando el cielo, imaginado todo lo que pasó por aquí…

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El ritmo Paraguayo


Nos encanta la sensación de investigar cosas nuevas y Paraguay es ese gran desconocido del que nadie cuenta mucho y todo el mundo (al menos el que conocemos) no lo ha visitado. Queremos adentrarnos en sus tierras, cultura, gente,… así que abandonamos la gran ciudad para llegar al pueblito de veraneo de los asuncenos, Villa Florida.

A orillas del río Tebicuary, el lugar se presenta amable, una carretera lo cruza, pero eso no impide su calma. Nos han hablado de un camping donde dormir por lo que preguntamos, sin dejar de sostener el tereré, nos dicen que podemos ir al Club Náutico. ¡Uauu! Eso son palabras mayores… Cruzamos las calles, una casa en medio de un montón de terreno, al cabo de no se sabe cuanto, otra casa con todo su superjardín,… una verja abierta, ¡pase, pase! nos dice el buen hombre. Sí, este es el Club Naútico. Ahora, no hay nadie y se pueden quedar todo el tiempo que quieran. ¿Y acampar? Donde más les guste.  Pero, esto es todo muy abierto… ¿no hay peligro? No, aquí no pasa nunca nada. Bueno…

El Club Náutico, suena a algo de superlujo, pero aunque para nosotr@s es casi cinco estrellas, nada más lejos de la realidad. Un escenario bastante deteriorado dondewpid-wp-1446150340823.jpeg plantamos la carpa, un pavimento en mal estado, unos baños, unas antiguas oficinas donde se cuelan las vacas y un porche con una casita, donde el señor vive y tiene su hamaca. Dicho así, suena mal… pero la verdad nos sentimos como en casa. El terreno es enorme  y entran las gallinas, el caballo, las vacas y los perritos. Despertar sobre un escenario, rodeado de animales y con vistas a un precioso río es mejor que cualquier hotel.

Los días pasan calmados, la tierra rojiza, el verde de la yerba, algún baño en el río,…

wpid-wp-1446150346121.jpegEl señor (perdón no nos acordamos de su nombre) se tiene que marchar por unos días y como hace tanta calor, nos ofrece la llave de su casa para usar la heladera. Estamos realmente perplej@s, puedes acampar donde quieras (sin costo o a la voluntad), las personas son amables, te ofrecen su casa, tereré, no hay robos, todo es calma…

Es otra cultura, la guaraní, un pueblo pacífico y abierto, que a pesar de haber sido masacrado (y en regiones lo sigue siendo) es de corazón noble. Nos estamos empezando a enamorar de un país por su gente.

Seguimos la ruta entre tererés para llegar a Pilar. Tomamos un bus en la misma carretera de Villa Florida y desde la ventana las llanuras se juntan con el cielo. La vista se pierde. En unas horas ya estamos en Pilar donde nuestro «único» bus se marcha en cinco minutos rumbo Humaitá. ¡Aixxx! ¿En Humaitá hay cajeros? No chicos… (nos responden con ese lindo acento paraguayo) ¿Y el siguiente bus? Mañana a las ocho (con acento otra vez 😉 ) Bueno, conoceremos un poquito Pilar…

Pilar es la capital del departamento de Ñeembucu y vive del comercio de la yerba mate y el algodón.  La yerba mate, al contrario de lo que pensábamos, no es originaria de Argentina, sino del pueblo guaraní. Cuenta la leyenda, que la Luna, Yací,  miraba desde el cielo la tierra curiosa y un día, animada por la Nube, Araí, decidieron bajar a conocerla en forma de dos lindas jóvenes. Jugando en la selva estaban maravilladas hasta que se les apareció un feroz yaguareté (jaguar), asustadas porque en la tierra carecían de sus poderes, sentían que estaban perdidas… hasta que un anciano guaraní se enfrentó al yaguareté salvando a Yací y Araí que, atemorizadas, volvieron al cielo. Al caer la noche, Yací quería agradecer al anciano guaraní, así que le llamó desde el firmamento, el anciano perplejo, escuchó. Por habernos salvado hoy del terrible yaguareté voy a hacerte un presente, al costado de tu casa han brotado unas plantas con la propiedad de acercar corazones, aliviar la soledad y unir a las personas. Debes seleccionar las mejores hojas, tostarlo y preparar la infusión con mucho amor. Y de este modo es como la Luna  nos deleitó con el el «ca-á» o yerba mate.

Nos despertamos temprano, no queremos perder el bus, pero al llegar a la estación nos dicen que hoy no hay bus porque con la lluvia de esta noche no se puede circular por la «carretera». Atrapad@s en Pilar un día más.

Tomamos tereré para apaciguar el calor, comemos empanadas de choclo, paseamos a orillas del Paraguay…wpid-wp-1446153075114.jpeg

De nuevo, son casi las ocho de la mañana, y otra vez en la terminal. Ahora sí, tomamos nuestro bus y entendimos todo. La «carretera» después de unos kilómetros de Pilar es de tierra y está bastante fangosa así que ayer debería ser un río… Durante el trayecto muchas aves, campos, haciendas, caballos,… estamos en otro tiempo con otros tiempos…

¡Humaitáaaaa! Nos dice el conductor. Bajamos, estamos en una hermosa placita, nos repartimos, un@ espera con las mochilas y otr@ se va a investigar donde podemos acampar. Me siento en un banquito con los pies en la hierba y una mujer de alma cálida se me acerca con un chipá calentito. Me lo regala. ¡Es el mejor chipá que he comido nunca! Empezamos a hablar, ella de Humaitá de toda la vida, me cuenta que podemos acampar donde queramos, que sólo tenemos que vigilar con las hormigas ¡me tienen los pies! Me sonrío.

Nos despedimos y vamos a acampar al «Hotel Municipal», un lugar con un porticón enorme abierto, algunas habitaciones y un jardín donde podemos acampar por muy poco dinero. La señora que lo lleva nos abre una habitación para poder usar el baño y montamos nuestra tienda al lado de los restos de la antigua fortaleza de Humaitá. Mientras nos organizamos vemos que por este lado todo está abierto. No hay paredes, ni rejas, ni nada,… pero si, mucho respeto.

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Humaitá que en guaraní significa «piedra antigua» (Yma: antigüedad e Itá: piedra) es un pueblito de con mucha vegetación, tierra roja y de antiguas casas gloriosas, que fueron mayormente destruidas durante la Guerra de la Triple Alianza, ya que acá y en sus alrededores se libraron numerosas batallas.

Ahora es un lugar tranquilo,  con poquitas casas, con mucho terreno y gente humilde que nos abre sus puertas.

Vamos a ver a la señora linda de la plaza, tomamos una cervecita y acordamos con ella lo que será nuestro menú personalizado de mañana. La noche está estrellada, en calma,… vamos a dormir contentos con nuestras vistas a las ruinas, un arco muy lindo de la antigua Iglesia de San Carlos Barromeo bombardeada durante la Guerra.

Unos días a orillas del río Paraguay, con comida casera y a otro ritmo…wpid-dscn0073.jpg

 

Una larga frontera


No sabemos ni por donde empezar… Por fin sale nuestro bus hacía Paraguay y nos despedimos de Bolivia, un país que nos deja un gusto extraño… Paisajes de postal con un pueblo que a su vez son muchos, que han luchado y siguen luchando pero, en ocasiones los sentimos resentidos… Muchas aventuras, y a veces, porque no decirlo, con su lado B.  Con esta mezcla de sentimientos abandonamos un país entrando en un bus.

Somos los primeros, nuestro bus «semi-cama» con menú a bordo preparado para un viaje de veinticuatro horas resulta ser un bus como el resto. ¡Qué desilusión! Subimos, miramos el número del asiento, este es el nuestro, nos sentamos. ¡Plooof! Nos caemos hacía atrás, ¡los asientos están despegados del suelo! Se mueven más que un barco… Nos quejamos y cuando al fin conseguimos que nos hagan algo de caso, ponen una piedra. Sí, una piedra. Disculpa, no vamos a hacer un viaje tan largo en un asiento que se cae en cualquier momento… ¿qué no revisan? (menuda pregunta… :/ ) Tras medio discutirnos, el hombre nos evita, el resto de pasajeros, que han ido llegando, no dicen nada… Nos sentamos en otro lugar y el viaje comienza…

Abandonamos Santa Cruz y tomamos la Ruta 9, 835 kilómetros atravesando el Chaco. El camino es de tierra y la mirada se pierde en el espacio tiempo. El terreno es árido y este marrón oscuro fue escenario de la última Guerra por territorios que tuvo Sudamérica. Esta es conocida como la Guerra del Chaco (1932 a 1935), un conflicto entre Bolivia y Paraguay en un terreno muy difícil, donde el acceso al agua podía salvarte la vida. Si las guerras ya de por sí son horribles, imagina en medio del desierto…

Unos asientos adelante, una pareja que llama nuestra atención, él vestido con un peto tejano y ella con falda larga y un «sombrero» peculiar, parecen salidos de otro tiempo… Son menonitas y seguramente irán a Filadelfia. Son una comunidad de fe tradicional, de vida sencilla y con técnicas avanzadas para la producción aunque en su día a día rechazan la tecnología. Provienen de una rama del movimiento cristiano «anabaptista» que significa que se bautizan de adultos. Cuantos mundos en este mundo…

Nos dormimos…

En medio de la noche, se para el bus, unas linternas y tod@s abajo, es la frontera y el definitivo adiós a Bolivia. No hay luz, una caseta y policía boliviana, sello en el pasaporte y sigue el viaje.

Está amaneciendo, el paisaje ha cambiado, ahora es verde, con palmeras y árboles de tronco gordito, nos hacen recordar los Baobabs del Principito, en realidad son palo borrachos y tienen esta wpid-dscn9929.jpgcaracterística para poder almacenar agua. Nos hubiera gustado perdernos en el planeta B-612 pero no podemos quejarnos 🙂 al fondo, árboles infinitos, son los guatumbú, que pueden llegar a medir hasta 18 metros. El chaco es tan inmenso… árido por una parte, semihúmeda por otra, con una gran fauna en sus Parques Nacionales y a su vez, con muy baja densidad poblacional.

Otra parada, esta vez, la aduana paraguaya, bajamos y uno por uno, nos ponemos en fila, cada uno con nuestro equipaje, y sin saltarse a nadie, nos registran absolutamente todo.  Subimos al bus, más Chaco, terreno fangoso, el bus interminable, otro control. Cola aquí para registrarte en la lista, cola allá donde entregamos el pasaporte, cola para que nos lo devuelvan… Unas preguntas de rigor y… ¡paaaf! sello en el pasaporte.

Algunos pasajeros bajan, otros suben… y todos con termos gigantes. El calor empieza a ser sofocante, y el secreto para calmarlo, el tereré, una bebida que no abandonaremos en todo el Paraguay, un mate fresquito con agua y jugo de naranja. ¡Riquísimo! 🙂

Más horas, más bus, más chaco y más policía…

Han pasado 29 horas y por fin podemos decirlo ¡llegamos a Asunción! Aunque lo único que queremos es dormir (en posición horizontal, por favor) y una ducha.
Un nuevo día en la capital paraguaya, otro ambiente y otra cultura, todo un país por conocer… una sensación que nos encanta…  Asunción es una de las wpid-wp-1446150343054.jpegciudades más antiguas de Sudamérica con diferentes culturas y tradiciones, de personas amables y grandes sonrisas, donde conviven diferentes lenguas como el español, el guaraní o el jopará.  País reconocido por la Organización Mundial de la Paz como la «Capital Mundial de la Amistad por la Paz» y a pesar de ser una gran ciudad sentimos la cordialidad de las personas.

Paseamos por el centro, iglesias coloniales, gente a la sombra con su tereré y después de perdernos un poco, la Loma de San Jerónimo, una subida pronunciada nos lleva a un barrio lleno de color, con adornos sencillos pero muy lindos en las paredes, con un banquito en una pequeña plaza que invita a descansar, con aire bohemio y tradicional.  Si caminas sus calles es puro color, los vecinos sentados en las terrazas charlando, como si el tiempo no pasara…

Está bajando el sol y paseamos por la wpid-wp-1446150344776.jpegcostanera, a orillas del Paraguay y en frente, a lo lejos, aunque no se vea, Argentina. Que raro esto de las fronteras… Una nube extraña con forma de latino américa y mucha gente en el parque del río, bicicletas, paradas de artesanía, zumba, venta de comida,… parece como si toda la ciudad este disfrutando la brisa del río.

wpid-wp-1446150344688.jpegCarteles en la calle llaman nuestra atención «24 de febrero. Día de la Mujer Paraguaya» Mmm… ¿qué será? Investigando un poco, ese día, se homenajea a la mujer paraguaya desde 1974, ya que durante la Guerra de la Triple Alianza, un 24 de febrero de 1867, se
reunieron las mujeres en lo que se conoce como la primera Asamblea de Mujeres con el propósito de contribuir a la defensa de la patria, donde las mujeres conocidas como «Las Residentas» donaron sus joyas y sus pertinencias más preciadas para financiar lo necesario para la Guerra.  También, se les reconoce la fortaleza de haber levantado un país cuando tras las batallas la población estaba compuesta por niños y ancianos, las mujeres fueron las que trabajaron duro tanto fuera como dentro de casa.

Conocemos muy poquito de este desconocido país pero estamos ilusiond@s por saber cada vez más de su cultura.

 

 

Un último adiós


No nos lo podemos creer, parece como si el Dakar de Tupiza a Uyuni no hubiera acabado, ir de Uyuni a Santa Cruz es toda una odisea… Primero, tomamos un bus de Uyuni a Potosí, por una supercarretera (de verdad) y estamos unas cuatro horas viendo uno de los paisajes más bellos de Bolívia y con más llamas de las que hemos visto desde que salimos de casa. Hay tantas… son tan preciosas, son lanitas de colores, esbeltas, con miradas profundas y pestañas infinitas… Quizá es que no podíamos abandonar Bolivia sin ver esto… Una vez en Potosí nos despedimos de nuestros amigos cordobeses y tomamos un bus a Cochabamba (sí, otra vez Cochabamba…) y de acá, el último bus a Santa Cruz. Un total de 2 días.

Llegamos a Santa Cruz de la Sierra un poco aturdid@s y encima ¡qué calor! Hemos pasado tantos climas, tantos buses, terminales y carreteras inexistentes de googlemaps que ya no sabemos ni donde estamos. Sólo queremos una ducha y una cama, estamos modo básico.

Con las energías cargadas y un poco de chipá, unos pancitos de queso y mandioca DSCN9786riquísimos que venden recién hechos en cualquier puestito, vamos a visitar la ciudad. Santa Cruz tiene un aire tan diferente a La Paz… en un clima subtropical, influencias guaraníes, europeas y árabes. El centro lleno de edificios coloniales, blancos relucientes, tiendas caras y restaurantes distinguidos, hacen pensar que se mueve dinero.

Santa Cruz es bonita pero, a parte del centro no hay muchas opciones, así que empezamos lo que se denomina la «Ruta del Che», el camino del grupo guerrillero dirigido por Che Guevara hasta el lugar que fue fusilado, un camino en su memoria. Nos vamos hacia Samaypata, un pueblito que está a unas tres horas de la capital, entre curvas, verdes paisajes, más selváticos, definitivamente estamos abandonando los Andes 😦 . ¿Dónde estamos? Ya tendríamos que haber llegado… Disculpe, ¿el siguiente pueblo? Mairana. ¿Y cuánto falta para Samaypata? Chic@s ya lo hemos pasado. ¡Nooo! Últimamente sólo hacemos que dar vueltas, ha salido a relucir nuestra peonza interior. Bajamos en Mairana y allí, preguntamos, parece que nadie sabe cuando pasa el bus… así que tomamos un colectivo (taxi compartido) de regreso.

Bajamos en la carretera, y desde ahí, ascendemos un poquito. Es un pueblo chiquito, muy lindo, hecho con amor, con un micromundo donde cabe todo. Un lugar donde conviven más de veinticinco nacionalidades distintas y eso les hace ser muy abiertos de miras. El mercado con cholitas sonrientes, la placita con plantas y flores, las tiendas con personas alegres, los niñ@s jugando en las calles,… Es pura armonía, un lugar donde quedarse a vivir. Lástima que estamos en temporada de lluvias y algunos de los lugares como el Fuerte o el Parque Nacional de Amboró no los podemos ir a visitar.

Después de unos días de calma abandonamos el pueblo que fue tomado por el Che y sus guerrilleros. En plena carretera, paramos el bus hacia Vallegrande, no hay asientos… ¡Pfff! Esto va a ser duro… Al momento, descubrimos un asiento y nos acomodamos los dos como podemos. ¡Señorita! Tenga… Una mujer, de dulce mirada, nos ofrece un banquito de plástico. ¡Qué bien! ¡Gracias! Y con este asiento supletorio de pasillo llegamos a Vallegrande.

La ciudad está en un lindo gran valle fértil, la gente es tan amable y tan abierta que nos sentimos un@ más. Vallegrande es conocida porque en el lavadero del Hospital Nuestro Señor de Malta se exhibió el cuerpo sin vida del Che. Para poder visitar el mítico lugar DSCN9813atravesamos el Hospital (aún en funcionamiento) y en una explanada trasera encontramos el lavadero. Estamos pisando y mirando un momento único, el 9 de octubre del 1967, justo después de fusilarlo, en este mismo lugar, militares, fotógrafos, lugareños,… observaron por última vez al Che, imágenes que darían la vuelta al mundo. Las piedras ahora pintadas testigos de la historia. Callamos. Este sitio desprende energías que no sabemos identificar. Después de estar el cuerpo del Che expuesto durante día y medio, le cortaron las manos como prueba de su muerte y fue enterrado, secretamente, a las afueras de Vallegrande, junto con seis guerrilleros más. En una fosa común, sin que nadie supiera nada, con la finalidad de que no se le rindiera culto. Estos intentos fueron en vano porque el Che se convirtió en un símbolo, en un icono de rebeldía y de la lucha contra las injusticias. A los treinta años de su muerte, se encontraron sus restos y se enviaron a Cuba, donde descansa y reside el espíritu de la revolución.

El último pueblo por visitar de eDSCN9832sta ruta es La Higuera, para llegar tomamos un bus, que se nos hizo eterno, unas cuatro horas sentad@s en el pasillo, sin ver mucho y lleno de curvas de montaña. Paramos en un ramal, tomamos aire y contemplamos las preciosas vistas, una señal de madera «La Ruta del Che» nos indica el camino y empezamos a andar. Nos imaginamos al Che y a sus 47 combatientes, por estas tierras selváticas, entre la maleza, resistiendo y avanzando. Tras una hora de caminar, un camión, hacemos dedo. Subimos en la parte de la carga con dos hombres, vienen de Pucará, el anterior pueblo, de vender fruta y recoger arena, por eso vamos encima de un camión que parece una playa. Charlando con ellos, sin darnos cuenta, llegamos a La Higuera. La aldea, de unos cincuenta habitantes, es un tributo al Che, una DSCN9866estatua, un gran busto con la frase «Tu ejemplo alumbra un nuevo amanecer» y muchísimos murales con su rostro y lemas emblemáticos. Dentro de la nueva escuela muchas fotos y entre ellas la Tania, la única mujer que luchó en esta guerrilla, Tamara Bunke, argentina de origen alemán, fue una activista y pieza clave en el espionaje cubano, valiente, como el Che murió por sus ideales.

En frente la vieja escuelita, donde después de capturar al Che y algunos de sus combatientes permaneció encerrado y después fue fusilado. La sala es ahora un pequeño museo que explica su historia, sus viajes por latinoamérica y su derrota en el Congo, sus aspiraciones de hacer otros Vietnams,… y también hay objetos que personas le han dejado en su memoria. Hay mucha fuerza aquí, dolor y esperanza, una lucha frustrada y el inicio de un mito.DSCN9901

En el pueblo hablamos con doña Irma, una viejita que estaba cuando capturaron al Che, nos muestra algunas fotos pero poca información nos da, parece que sino le compras la camiseta no cuenta mucho o quizá está cansada de turistas que quieren saber…

El último lugar que queremos conocer es la Quebrada del Churo, donde se libró la última batalla antes de su captura. El inicio de la quebrada está a una media hora a pie desde la Higuera, empezamos el descenso, un perrito que después se hará nuestro amigo nos ladra, estamos en una casa, no hay nadie para preguntar. Buscamos, pero no encontramos. La quebrada no es para nosotr@s…

Cuantas ideas en este lugar, ¿y qué habría pasado sino lo hubieran capturado? ¿qué habría sido de la historia? Nunca lo sabremos… Para algun@s el Che fue un criminal responsable de asesinatos en masa, para otr@s representa la lucha contra las injusticias, la rebeldía y el espíritu incorruptible. Un mito, una leyenda, fiel a sus ideales, indignado con las desigualdades, de carácter firme… y de corazón puro, «el ser más completo de nuestra época» (Sartre). Y aunque se compartan las formas, o no, esto fue el fin de un gran revolucionario pero no de sus ideales.

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La Higuera nos ha impresionado, seguro que no la olvidaremos.

Vamos caminando hasta el cruce, unos 8 kilómetros, esta vez no hay suerte, no conseguimos que nadie nos levante a dedo. En el cruce esperamos al bus que nos lleva a Vallegrande, pero ya es la hora y no pasa. Vendrá con retraso… otra hora y nada… un rato más… Parece que el bus no va a venir así que empezamos a caminar dirección Pucará. ¡Una van! Hacemos dedo y nos para. Es una familia de Santa Cruz muy amable que está de carnavales en Vallegrande y nos cuentan que durante las fiestas no hay buses que todo el mundo se vuelca en el carnaval. La familia va delante y nosotr@s vamos en la parte de atrás de la pìck-up  con dos chicas y un niño. ¡Qué diferencia! Para ir sólo veíamos los pies de la gente en el bus y ahora unas vistas que parece que te vayas a caer en cualquier momento. Parada técnica. Vamos a llenar un superbalde de agua. Para el Carnaval es tradición mojar a todo el mundo con globos, pistolas y lo que se pueda. Sin darnos cuenta estamos en la entrada de Vallegrande con un montón de globos, pistolas de agua y Rey Momo (una espuma blanca que es un pringue). ¿En qué momento pasó? No lo sabemos… pero nos lo pasamos como chuquill@s una guerra de agua con todo el pueblo. ¡Cuidado un globo! ¡Toma «momo»! ¡Ala esa dispara un superchorro! Entre risas y empapad@s nos despedimos.

Estamos atrapad@s en el pueblo. No hay autobuses, la terminal está cerrada hasta mañana. Bueno… habrá que buscar donde dormir porque durante las fiestas los precios son una locura. Conseguimos una «habitación», por ponerle un nombre, que es más bien un recuadrito de cemento con un colchón de paja en el suelo y a las afueras, una letrina que mejor no tener que visitarla mucho. Aprovechamos la cantidad de gente para vender un poco de artesanía y en una hora tenemos la noche financiada. 🙂 Ahora sí, ¡a disfrutar el Carnaval! Desfiles, música, risas, júbilo, baile,… y todo el mundo quiere hablar con nosotr@s. Algo de comer y botellas de licor artesanal, parecido a una crema de color blanco, riquísimo. Peña por aquí, baile por allá, otro chupito y mucha alegría. ¡Qué divertido el Carnaval!

Conseguimos un boleto a Santa Cruz, la ciudad blanca, y al llegar, nuestra sorpresa, ¡la terminal está cerrada! y aún tardarán dos días en abrir por las fiestas… No lo podemos creer… Bolivia es el país más loco en cuanto a comunicaciones se refiere… y encima una de las capitales cierra su terminal por fiestas. :/

Habrá que buscar alojamiento… y una vez situad@s salimos a comprar, buff, cuanto jolgorio y de repente ¡ahhh! nos han atacado con pistolas de pintura. Bueno, si no puedes con el enemigo únete a el. Así que parte de nuestra compra es munición para esta guerra carnavelara. Nos cambiamos de ropa y para el centro. Fiuuu chorro rosa. Ahora azul. Cuidado ahora por ahí. Ja ja… todo el mundo está de colores… zaaas globo de agua. Es agotador pero tan divertido… aunque a veces hay que ir con cuidado porque siempre hay algún graciosillo que apunta a la boca y realmente la pintura está asquerosa. Pasamos la tarde entre colores y vinito boliviano. Nos reímos. DSCN9928Parecemos avatars. ¡Qué pena no tener fotos! Pero, a ver quien era el valiente que metía la cámara en la guerra de titanlux. De azul verdoso amarillento con toques rosas volvemos al hostel una ducha de dos horas y no sabemos cuantas enjabonadas pasamos nuestra última noche en Bolivia. Un país, en ocasiones difícil de comprender, de paisajes increíbles, culturas ancestrales, personas cerradas que han sufrido… y mucho, colores, carreteras de vértigo, pueblo luchador y también sonrisas. Nos despedimos de él sintiendo ahora, que quizá no lo supimos comprender… pero quien sabe… a lo mejor hay una segunda oportunidad.

Viviendo nuestro Dakar


Esperamos a que amanezca, otra vez estamos en una terminal a horas intempestivas, pero esta vez buscamos un hostal, necesitamos una cama. Estamos en Tupiza un pueblito desde el que se puede llegar al Salar de Uyuni. Por fin sale el sol, ya es hora de aventurarnos por la ciudad. Encontramos un hostalito muy lindo, tenemos la suerte que nos toca arriba donde hay una terraza con vistas increíbles, un baño y una cocina. Somos un@s privilegiad@s porque parece que tengamos un privee.

Nos gustaría ir al Cañón del Inca y preguntamos a la cholita que regenta el hostal. Insistimos un poco pero la «seño» parece muy atareada barriendo una y otra vez, sin a penas contestar,… Vamos a la terminal ya que en una oficina había un cartel de «Turismo», preguntamos y nos envían a la agencia de turismo, allá lógicamente no nos explican nada, sólo nos quieren vender tours, vamos a comer y la pareja que regenta el «pollo broster» muy amablemente nos responden que no saben… ¿qué pasa en este lugar? ¡nadie sabe nada! o mejor dicho nadie nos quiere decir nada sin pagar… Buff, esto se pone complicado… Tupiza es muy tranquila y chiquita, tiene mucho encanto pero una vez has dado la vuelta dos veces ya no sabes mucho que hacer… Vamos al mercadito, la cholita de las paltas (aguacates), no sabe nada, el señor de las bananas, no sabe nada, la chica de las galletitas, no sabe nada… Nos cansamos… llegar al cañón está siendo imposible. Podríamos probar pero… es que no tenemos ni idea… Tupiza está en un valle rodeado de montañas suntuosas muy lindas, al puro estilo far west, y el cañón puede estar en cualquier dirección. Lo que no puede ser, no puede ser…

Es un nuevo día, desayunamos en nuestra terraza y vemos como el sol va cambiando los rojos de la montaña… Probaremos suerte vendiendo en la plaza. Hay una pareja vendiendo, él argentino, ella francesa, nos sentamos a su lado y charlamos un poco… también están de mochiler@s. ¡Oops! Al ratito viene la policía, y esta vez no para mirar que hacemos. Nos piden la documentación. Chic@s en su visa pone turismo… ¡ven! mientras también lo muestra a dos jóvenes policías que parece que estén aprendiendo, ¡así que lo que tienen que hacer es cosas de turistas como pasear, ir a los restaurantes,…! Yo estoy un poco asustada… y el argentino dice ¡che… no podríamos quedarnos hasta que consigamos plata para el colectivo! y a su vez, la chica francesa le ha dicho a la policía que es alemana. ¡Ahhhh! ¡Esta pareja está loca! 😯 Al final, la policía nos dice que recojamos y que aquí no se puede estar… bueno no ha sido tan grave… ¡ya nos veíamos en un cuartelillo boliviano! Le preguntamos a la pareja porque dijo que era alemana, resulta que ella nació en Alemania y al poquito su familia se mudó a Francia, así que se siente francesa. Y el argentino nos dijo que no pasa nada… ¡qué si hubiese tenido buena onda nos habría dejado!

¡Cómo pasa el tiempo! Comemos algo y otra vez en la terminal, nos vamos a Tarija. Esta carretera, es otra de las que mejor quedarse dormid@ antes de que empiecen las curvas. La luna al fondo, a un lado el precipicio, el camino de tierra y encojid@s en el asiento, una combinación a la que nos empezamos a acostumbrar, aunque la mejor parte llega cuando el bus ha de ir marcha atrás en pleno puerto de montaña. Tras unas 7 horas de viaje, llegamos.

Tarija es muy linda, tiene un clima templado, se cultiva uva y sus casas son blancas, si no wpid-wp-1437935147413.jpegfuera porque no hay mar podríamos decir que estamos en el Mediterráneo. ¡Plooof! ¿qué es eso? Nos han tirado un globo de agua. Vaaa, no te enojes será una chiquillada. Vamos hacia el parque de las flores, un montón de preciosas variedades, todo verdecito, un laguito en medio… y a la salida… ¡Plaaaf! Un vaso con agua… ¿pero qué es esto? Miramos a nuestro alrededor y niñ@s correteando con globos de agua, no tan niñ@s desde el coche nos apuntan con pistolas de agua,… Son Carnavales y acá tod@s salen a la calle a hacer guerras de agua y cualquiera que este paseando puede ser un buen blanco.

El clima cálido, un vinito boliviano, las flores del parque, una hamaca en el hostel, el gatito que ronronea… ¡Qué relax! y… otra vez en marcha…

Tempranito en la terminal y empezamos a mirar todas las boletarías. ¡No puede ser! ¡Desde aquí no se llega a Uyuni! ¡Nooo! ¡Otra vez la maldita carretera de Tupiza! No queda otra… toda la noche en el bus y de nuevo a las cinco de la mañana en la terminal de Tupiza a acurrucarse y esperar el bus hacia Uyuni que sale a las 10. Esas horas siempre se hacen tan pesadas… Pero todo llega… Hacemos cola para entrar en nuestro bus y escuchamos de fondo ¿cómo que hay que pagar? ¿qué derecho a terminal? Chicos, paguen… no hay alternativa… Les decimos resignad@s. Ya en el bus, la misma voz ¿pero si no se reclinan los asientos? ¡Si nos habían vendido como si fuera semi-cama. Chicos… «bienvenidos a Bolivia» les decimos entre risas…

En este momento aún no lo sabíamos pero estábamos a punto de empezar nuestro «Dakar: Tupiza-Uyuni». Lo que fue una experiencia inolvidable.

wpid-wp-1437935152748.jpegEmpieza el viaje por una carretera de pura tierra, que con la temporada de lluvias era medio fangosa, la misma que unos días antes había sido parte de la ruta del Dakar. El paisaje es tan bello… el marrón rojizo, el cielo azul espléndido, la luz clara,… y bien despacito, el terreno no permite más velocidad, pero no importa… nos gusta mirar por la ventana… Nos paramos, el puentecito por el que debemos pasar con la lluvia se ha roto así que bajamos tod@s del bus porque va a ir campo a través de forma alternativa y con nuestro peso se puede hundir en el fango. Desde abajo observamos el bus… bufff… este conductor es un artista pero… grrr grrrrr grrrr. ¡Se atascó! Y empiezan a poner piedras bajo la rueda para desatascarlo… no hay manera… y de forma espontánea tod@s llevamos piedras, hierbas,… esto es el inicio de una nueva familia… No se mueve y… a empujar (si, a empujar un bus… ¿quién no ha empujado un bus en medio de la nada? 😉 ) Y al ratito ¡ueeeeeeeee! bus wpid-wp-1437935158077.jpegdesatascado. Una vez pasa el riachuelo, tod@s arriba. Comentamos la jugada mientras el autobús va sorteando el terreno, volvemos a pasar por algún riachuelo…uixx este formato bus-barca a veces da miedo… Parada técnica, toca repostar. Estamos en un pueblito minero. Algo se ha dañado durante el trayecto y paramos a arreglarlo. Miramos la montaña y un logo enorme de «Dakar». Nos reímos… tiene más mérito esta ruta en bus que en 4×4. Empieza a llover y la «carretera» cada vez se ablanda más… Ya en marcha, cualquier frenada más larga nos hace pensar que en cualquier momento nos hundimos en el fango. Otra parada, y esta más larga de lo normal… llueve y un río, al fondo un hombre se desviste y empieza a cruzar el río. Comienza a nadar, la corriente es fuerte, el hombre desaparece… y los que le acompañaban en la orilla se meten al agua a su rescate. Medio bus baja. Estamos paralizad@s. Hay quien se pone a rezar… ¡Lo tienen! Regresan a la orilla… el hombre está a salvo. Resulta que un poco borracho, pensándose superman, había decidido cruzar el río a nado. Pero, un momento, ¡no puede ser! ¿y el puente? wpid-wp-1437935165799.jpegCarretera más río debería ser igual a puente. Es una ecuación básica pero, las matemáticas fallan… No hay puente. Con la lluvia el riachuelo sorteable ha crecido y se ha convertido en río. Vamos a pasar la noche aquí, en nuestro super bus «Autotransportes Tupiza». Cogemos la manta de la mochila y el bus entero se da las buenas noches. 😉 Ya no llueve y la luna se refleja en el río…

Los primeros rayos de sol… estamos tod@s hiperquinétic@s. El río ha bajado pero el conductor y los copilotos (¿es o no es un dakar?) quieren tantear el terreno. Al otro lado de la orilla lo empieza a intentar un camión, estamos expectantes… ¡lo consiguió! y empezamos a aplaudir. Es nuestro turno, pero cuánto menos peso mejor, alguien grita: -Los hombres lo pasaran a pie! Sacamos las mochilas ya embarradas de los otros ríos del maletero y las subimos al bus para que no acaben peor y quizás no perderlas si el bus queda atrancado bajo el agua. Yo (Esther) también lo voy a pasar a pie, pero subo al bus a wpid-wp-1437935170622.jpegacomodar las mochilas que las hemos sacado del portaequipajes para que no se mojaran. ¡Broom, broom! Miro a la cholita… el bus en marcha… ¡ahhh, estoy surcando un río en bus! ¡guauuu! ¡Conseguido! Y empezamos a felicitar al conductor y a aplaudir. Mientras «los varones» a buscar algún paso en el río donde el agua no pase de la cintura y cuando lo encontramos uno centenar de metros más abajo… ¡Aahh! ¡Esta helada! El río baja aún con fuerza y el fondo es resbaladizo, por grupos, nos damos las manos para no perder a ninguno y con el corazón a 200 llegamos hasta la otra orilla. Es curioso mirarlos, parecen hormiguitas… Al volver a subir al bus… -¡Seños! ¡El próximo ustedes! ¡Qué esto es un lifting natural!

En este lado del río hay una aldeita, como locos de felicidad entramos en la casita de adobe que es el «restaurante-tienda». Estamos tod@s hambrient@s, queremos algo caliente y reponer fuerzas. Lo que era un viaje de seis horas se ha convertido en veinticuatro. Por suerte, queda lo más fácil… ahora si, un horita más de bus y por fin en Uyuni.

Nos despedimos, casi abrazo al conductor, menudo viaje…

En Uyuni pueblo con nuestros nuevos amigos cordobeses (Argentina) vamos en busca de hostel. Pero en el camino unos chic@s que buscan cuatro personas para ir hoy al salar, han conseguido una superoferta después de mucho regateo. Bueno, la aventura es la aventura… Argentina, Chile y Catalunya en un 4×4.

Uyuni es el mayor y más alto wpid-dscn9753.jpgdesierto de sal del mundo, tiene una superficie de más de 10.500 km2 y está a una altura de 3650 msnm. Hace unos 40.000 años era un gran lago pero sus aguas empezaron a evaporarse y, poco a poco, se convirtió en un gran salar con una profundidad de 120 metros y con diez mil millones de toneladas de sal y 140 millones de toneladas de litio.

Estamos muy emocionad@s, son sensaciones indescriptibles, son aquellas que te invaden cuando vas a los lugares mágicos de la tierra. La primera parada es el cementerio de trenes, acá los trenes duermen felices entre el cielo turquesa y turistas que juegan con ellos. Si fuera tren me gustaría acabar aquí…

wpid-wp-1437935187620.jpegEl 4×4 abandona la carretera y empezamos a pisar el salar, es impresionante, y esto sólo ha hecho que empezar. Paramos en el hotel de sal. Nos descalzamos queremos sentir la sal en los pies. Es la inmensidad blanca… quizás es el escenario de la otra vida… el blanco es infinito… la «nada» blanca, la profundidad, la solitud, la belleza de la esencia,… sólo mirándolo puedes perderte…

Empezamos a jugar, es el escenario perfecto para las fotos, ante tal infinito puedes crear lo que quieras, la profundidad no existe y todo puede ser real.

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Nos llama nuestro conductor, pero es demasiado aburrido ir seis personas en un 4×4… así que nos subimos tod@s en la baca. ¡Qué locura! Uyuni en descapotable y encima en el piso de arriba 🙂 Esta vez el trayecto ha sido corto pero inolvidable.

wpid-dscn9757.jpgParamos donde se amontona la sal para secarla y después poderla vender, como es temporada de lluvias, pisamos charcos de sal. Las nubes están en nuestros pies. Es maravilloso… el cielo y la tierra son uno, el reflejo los funde. Es una imagen única, de aquellas que no quieres olvidar. Es un paisaje donde puede pasar cualquier cosa… parece el mundo de los sueños. Dejamos que las sensaciones nos entren por todas partes… los pies húmedos, las manchas de sal, el sol en la piel y la inmensidad de este lugar salida de otro mundo.

A lo lejos, una tormenta eléctrica, queríamos ver la puesta de sol pero las nubes grises han decidido hacer presencia. De regreso, en el 4×4 un espectáculo de rayos. La naturaleza es tan preciosa…

Aunque habíamos acordado acampar en el jardín de la señora de la agencia no sabemos cuanto hace que no nos duchamos… y llevamos dos noches seguidas «durmiendo» en bus… queremos una cama y agua caliente… Tras una cena sencilla, aunque en ese momento la mejor del mundo, una ducha y ya en la habitación, nos miramos, sonreímos, apagamos la luz. Somos felices.

La masacre de la plata


Hace mucho frío y llueve, acabamos de llegar a Potosí, una de las ciudades más altas del mundo exactamente está a 3900 msnm así que ¡viva la coca para el soroche! Tomamos un busito para llegar al centro, por las ventanas vemos la cotidianidad del lugar, calles de grandes cuestas, puestitos de comida, cholitas con sus cabellos trenzados y grandes polleras… y los edificios majestuosos de piedra o de wpid-wp-1437844888745.jpegtonos pastel descascarillados que muestran el esplendor de antaño pero que se consiguió a cambio de un alto costo.

Llegamos a la placita muy linda y caminamos por una de sus pequeñas calles, al fondo admiramos el Sumaj Orcko o Cerro Rico, precioso, con sus infinitas tonalidades de rojo. La historia de este lugar es muy triste. En el siglo XV Huayna Cápac combatió en estas tierras contra los guaraníes y se maravilló con el Súmac Orco o Hermoso Cerro, que es el nombre que le habían dado inicialmente. Huayna Cápac ordenó la extracción de los materiales preciosos para llevarlos al Templo del Sol en Cusco pero se cree que la montaña rugió y los incas dijeron «Potocsi» , que quiere decir que truena, revienta o explosiona. Ante semejante estruendo los incas consagraron la montaña por lo que no excavaron sus tesoros. En una versión de la leyenda, con enorme influencia española, se cree que cuando la montaña habló a los incas les dijo «No saquéis la plata de este cerro que es para otros dueños» y de este modo se respaldaban de que la plata era para ellos.

Ante semejante hallazgo Potosí nació como «asiento minero» sin plan preestablecido, en un paraje de accidentada topografía con el único objetivo de explotar los recursos de Cerro Rico. De este modo, los españoles sometieron a los indígenas a una explotación infrahumana e imponiéndoles la «Mita», el cual era un sistema de trabajo obligatorio usado en la zona andina, donde debían trabajar por más de dieciséis horas diarias cavando túneles y extrayendo la plata, donde derrumbes y accidentes eran muy frecuentes y en el caso de rebeliones las ahogaban con sangre y fuego. Sólo durante el 1545 y 1625 murieron más de 15000 indígenas. Pero, las ansias de riqueza, desgraciadamente, no acaban aquí. Con la terrible matanza de los indígenas los colonizadores piden permiso al rey para importar entre 1500 y 2000 esclavos por año. Los esclavos no tenían mejor suerte y en el periodo colonial se enviaron unos 30000 esclavos para trabajar en las minas donde incluso hacían de acémilas porque eran más «baratos» que los burros. ¡Qué crueldad humana! ¡Qué atrocidad! Todo por un trozo de metal…

Desgraciadamente se estima que unos ocho millones de personas han muerto en las minas, y a pesar de que las cosas han cambiado, hoy en día siguen trabajando unas 5000 personas de las cuales 800, son niños. Para ellos el Cerro Rico se llama «La montaña que come hombres vivos».

Ante semejante realidad decidimos firmemente que no queremos ir a las minas con un tour, creemos que no es un espectáculo, que merecen un profundo respeto. Que el hermoso Cerro Rico es rojo porque brota sangre…

Esto es muy duro. Y sabemos que asimilarlo nos llevará tiempo…

Descansamos, y sin olvidar, queremos continuar. Paseamos por la ciudad, conocemos el mercado, nos encanta conocerlos, ver las comidas, sentir los olores, disfrutar de la gente y sus colores. Al ladito una parada de dulces, nos han recomendado que probemos la «tawa-tawa» un dulce como un bizcochito recubierto de miel, mmmm… ¡está riquísimo!
(parecen los fideillos del pueblo). Nos sentamos en la plaza, la altura como siempre nos hace descansar. El centro es muy tranquilo y nos gusta observar, los chicos que hacen wpid-wp-1437844893143.jpegmalabares, la cholita que nos ofrece dulces, el señor que cruza con prisa, la pequeña que entona una divertida cancioncilla,.. ¡Opps! El fuerte sol andino se transforma, una nube amenazadora, las gotitas de lluvia empiezan a caer y en el tiempo de llegar al hostal un diluvio con granizo incluido que cubre las calles de blanco. Parece que hoy será una tarde tranquila…

Son las ocho y suena el despertador, desayuno energético y preparad@s para nuestra excursión, nos vamos al «Ojo del Inca». Aunque esta cerca, para llegar primero tomamos una combi del centro a la antigua terminal y después otra combi hasta el pie del camino. De ahí se asciende un poquito por un camino de tierra y en unos veinte minutos hemos wpid-dscn9551.jpgllegado. Las montañas son preciosas, tantos colores que parece un arco iris, pero… ¡no puede ser! ahí, en medio de la naturaleza más bella, escrito en la piedra de la montaña, un anuncio de una compañía de teléfonos. No es la primera vez que lo vemos, publicidad en
los lugares menos pensados… capitalismo en estado puro. Desviamos la mirada y un pequeño lagito con una circunferencia casi perfecta, es el «Ojo del Inca» una laguna de agua termal entre los cerros de origen volcánico. Nos sentamos a admirarla, y aunque no te bañes hay que pagar la respectiva entrada, que aún no sabemos muy bien porque… Nos quedamos en sus orillas y aunque el agua está bien calentita no nos atrevemos a bañarnos, ¡fuera hace mucho frío! miramos a los valientes que se bañan, jugamos con los gatitos y perritos que buscan algo para comer… y nos imaginamos a Huayna Cápac disfrutando de las aguas termales…wpid-wp-1437844881876.jpeg

La guerra que ganó el pueblo


Nuestra siguiente parada Cochabamba o el Lago Llano, «q’ocha» lago y «panpa» llano, o como se le conocía antes de la llegada de los Inkas, Kanata, ya que estaba habitada por los Kanas. Esta ciudad tiene mucha historia, está poblada desde hace más de 10.000 años y tiene mucho que contar. Estamos agotad@s, viajar en bus toda la noche, con asientos que apenas se reclinan, con las rodillas encajonadas, sin saber que posición poner… nos deja exhaust@s. Tras el primer paseo por la ciudad conseguimos contactar con la Red Tinku, donde acabaremos pasando unos días, la Red es una organización intercultural de wpid-dscn9488.jpgjóvenes y activistas sociales. Un encuentro de arte, cultura y turismo alternativo. Allí conocemos a Ramiro el coordinador de la red con el que tenemos charlas sobre educación, contrainformación, revolución popular,… e intercambiamos muchas opiniones. Y aunque queríamos participar de algún taller o actividad estas semanas estan de vacaciones 😦 . Desde allá queda cerquita un mercado popular, ¡qué nos encantó! podías comprar los productos de la zona y tenía comedores populares. Por unos 10 bolivianos (unos 1’5€) podías tomar una sopa y un segundo compartiendo mesa, con toldos de plástico que nos cubren del sol y donde éramos los únicos turistas (que pena no tener fotos…)

Para visitar el centro tenemos que tomar un bus, acá todos los buses están altamente decorados, con flecos, pompones, una extraña alfombra, cortinas,… una especie de horror vacui en movimiento. Las calles tienen mucha vida, hay edificios coloniales y un montón de parques y plazas. Una de las más bellas, la plaza 14 de Septiembre, repleta de árboles preciosos (hasta tienen una placa conmemorativa al árbol), en medio un panel wpid-wp-1437757227231.jpeginformativo con el letrero «Universidad de la Plaza», donde se cuelga información alternativa y hay frases con reivindicaciones para hacer pensar. En esta plaza, organizado por la Red Tinku, todos los días (si no llueve) hacen charlas participativas sobre temas que repercuten a la comunidad. Esta plaza tiene espiritu de lucha, y no es para menos,… Aquí se barricó el pueblo en el año 2000 con la Guerra del Agua. Una guerra que inicia cuando Bolívia pidió refinanciar su sistema de aguas públicas y el Banco Mundial exigió que se privatizara. Hugo Benzer, el dictador de ese momento, firma un contrato con la multinacional Bechtel obteniendo todo el control del agua de Cochabamba, hasta la que caía del cielo. ¡Incluso se necesitaba licencia para recoger el agua de la lluvia! Aguas Tunari aumentó las facturas hasta tal punto que el pueblo no podía comer, tenía que dejar de ir al hospital, los niñ@s no podían ir a la escuela,… Empezaron las revueltas y la respuesta del gobierno era cada vez más violenta. El pueblo se organizó de manera espontánea y tomaban decisiones asamblearias, también se formó La Coordinadora «para la defensa del agua y la vida» formada por la Federación de Granjeros Campesinos, la Central Obrera Boliviana, ecologistas, ingenieros,… Mientras el gobierno cerraba pozos, reprimía, amenazaba… el pueblo con la consigna «El agua es nuestra, carajo» tomaba las calles, bloqueaba carreteras y se adueñaba de la ciudad. Se proclamó el Estado de Sitio y salió el ejercito a la calle a reprimir al pueblo, fue una revuelta muy violenta con seis muertos y más de 175 heridos. Finalmente, el 11 de abril del 2000 el Gobierno rescindió el contrato con Aguas Tunari y el pueblo venció. ¡Buff! No sabemos ni como continuar… es muy fuerte… las grandes empresas con el monstruoso capitalismo que se creen dueñas del agua, el aire, la tierra… y ¡hasta la luna!

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Nos despedimos de Cochabamba y aunque algo tristes porque el pago a la Pacha Mama al que ibamos a participar se suspendió, volvemos a sentir que si nos lo proponemos y unimos fuerzas se puede conseguir todo, y el pueblo de Cochabamba es un gran ejemplo.

Próxima parada, Sucre o Choquechaca, nombre originario de los Charcas, uno de los pocos pueblos que conservaba su autonomía respecto a los inkas y fué el único pueblo que no pagó el rescate del Inca. La rebeldía boliviana 😉

Es una ciudad llena de edificioswpid-wp-1437757233169.jpeg preciosos de color blanco, muy agradable para caminar, con un enorme parque donde el fin de semana se llena de niñ@s jugando, de paradas de palomitas, de espectáculos en la calle,… y donde hasta un trenecito se disfraza de tiburón y pasea alegremente a los más pequeños. En la ciudad hay un bonito mercado que vale la pena conocer, pararse a comer y curiosear la variedad de colores que pueden llegar a haber. Eso sí, para comprar, el inevitable regateo y las sorpresas no tan agradables de ver cabezas de vaca cortadas y expuestas o el preguntar de que es ese dulce y que te contesten ¡pero vas a comprar o no! A veces, pensamos que están enfadad@s con todos los extranjeros, que hay un gran resentimiento y que se creen que les debemos algo. Sabemos que históricamente han sido un pueblo masacrado y se han cometido abusos terribles, se les ha denigrado,… pero aunque intentamos empatizar con ese sentimiento, nos cuesta, fueron nuestros antepasados, no nos enorgullecemos… pero no lo podemos cambiar…
Sucre es la ciudad de las siete colinas y Munaypata «La colina del amor» es la más alta. Para llegar hay que subir una calle con una fuerte pendiente y unas escaleras, que para variar, con la altura te roban el aliento. En lo más alto el Mirador de la Recoleta, con unas wpid-dscn9538.jpgvistas tan bellas… donde los colores cambian según la luz y el placer se reduce a mirar el atardecer. Es un lugar pintóresco y donde cualquiera que vaya a Sucre va a conocer. Esta lleno de artesanos a los que nos unimos, con nuestras propias artesanías, que cada vez van siendo más elaboradas. Los chicos que venden tienen trabajos preciosos y es hermoso poder hablar con ellos y compartir. Los días de Sucre son plácidos, sin vivencias extraordinarias, pero felices. El lugar donde dormimos está rodeado de naturaleza y el chico argentino que está de voluntario, nos cuenta siempre un montón de historias mientras toma mate y masca coca. Las tardes tranquilas en la Recoleta entre artesanías y puestas de sol. Y sin darnos cuenta de nuevo mochilas al hombro y otro bus…

De la selva urbana a la capital de los Yungas


La Paz es una ciudad difícil de explicar, quizá la mejor palabra que la defina, para nosotr@s, es que es una ciudad bipolar. A veces, te encanta, otras veces no tanto… y conviven en un extraño equilibrio un montón de culturas originarias con el supuesto «desarrollo». La historia del nombre de La Paz tiene un transfondo que nos encanta, ya que conmemora la restauración de la paz después de la Guerra Civil de 1548. Esta ciudad a 3250 msnm (siempre ponemos la altura, un dato que desde Barcelona pasaríamos por wpid-wp-1437502291699.jpegalto, pero no os imaginais lo que a veces cuesta respirar y como puede llegar a costar hacer cualquier cosa) es la capital del Estado Plurinacional de Bolívia, un país con más de 40 etnias/naciones distintas y con un presidente de orígen indígena. Un país donde todo puede pasar.

El centro de La Paz conserva edificios coloniales y su gris típico de ciudad que contrasta con los alegres colores de las vestimentas y las artesanías. Tenemos hambre y queremos comprar algo en el mercado, en teoría algo fácil pero a la práctica es todo un reto. El mercado es un laberinto, lleno de rampas que nunca sabes por donde se comunican, carteles por sectores que no sabemos cuantos másters se necesitan para entenderlos, paradas cerradas,… y por fin un puestito con pasta. «Seño, ¿nos pone fideos?». La cholita mirando la tele, comiendo su sopa y girando la cabeza «¿cuánto?», » una librita», «no», se gira y sigue mirando la tele, parece que la telenovela es más importante… No sabemos que cara poner… lo seguiremos intentando… «Caserita» nos pondría unos tómates. ¿Cuánto? ¿En serio? No, gracias. La ciudad es muy turística y en cuanto te ven clarito de piel automáticamente en tu frente pone «gringo con plata». Por suerte, siempre hay»seños» que te sonríen, preguntan de donde eres,… y te ponen un precio justo para tod@s.

Una de las cosas curiosas de la ciudad es que parece un embudo, al fondo del valle el centro, la parte antigua, y las laderas construidas hasta los topes por barrios perífericos, pero lo más bonito, y emblema del lugar, el Illimani una montaña de 6462 metros que pertenece a la Cordillera Real. Cuando cae la tarde los picos nevados con el sol se convierten en un verdadero espectáculo.

wpid-wp-1437502278187.jpegEs Navidad (aunque el post saldrá no sabemos cuando) y las calles están adornadas, hay
árboles decorados con llamitas y otros motivos, un mercado a lo «Santa Llúcia» con luces, pesebres con jirafas (¡sí! jirafas…), angelitos con chullo, inciensos, melodías… Nos entra la nostalgía… Mucho tiempo fuera de casa y una época señalada. Si miramos atrás, recuerdo no gustarnos mucho el hostel donde estabamos de voluntari@s, no convencernos la ciudad, su gente,… pero ahora quizá no supimos valorar lo que La Paz nos ofrecía… polos de canela (a los que nos hicimos adict@s), vistas espectaculares, olores y colores distintos… Puede que sea cierto lo que dicen que hay que escribir acerca de un lugar cuando un@ ya se fue porque… que mejor lugar que «La Paz» en Navidad.

No podemos estar en La Paz y no conocer el «Mercado de Brujas» con sus hierbas, inciensos, semillas, amuletos, piedras y un sinfin de objetos bizarros. Cajas con wpid-wp-1437502286944.jpegpócimas mágicas que prometen amor, dinero, salud,.. hechicería y magia, combinada con el poder de las plantas. Costumbres heredadas… mucho color, creencias, símbolos,… y fetos de llamas (¡nooo! 😦 ). El ritual dice que si sacrificas el feto de la llama y disecado se lo ofreces a la Pacha Mama y lo entierras en la entrada de la casa es la mejor forma de atraer la buena suerte y alejar las maldiciones. Creo que nosostr@s probaremos otras formas…

A las afueras de La Paz, otra sorpresa, el Valle de la Luna, una formación rocosa bautizada con este nombre por Neil Armstrong (el que piso la luna). Una curiosa formacion de pieda y arcilla que con la erosión del terreno fue convirtiéndose en un desierto de estalagmitas. Es todo de un tono marronoso, las formas de las piedras suaves y completamente de otro mundo. Si dejas volar la imaginación y piensas que no hay gravedad podemos soñar con que hemos ido a la luna. 🙂

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Uno de los medios de transporte, ya que el lugar tiene forma de U, es el teleférico, hay varias líneas:la roja, la verde, la amarilla,… hoy tomamos la roja. Hay una cola impresionante, pero nos hace ilusión. En la cabina, el imponente Illimani al fondo, y a nuestros pies callejuelas asfaltadas, otras de barro, casas muy muy humildes,… y todo bien empinado. Una vez arriba, el mercado del alto, no necesitamos nada en especial pero queríamos curiosear. Para amenizar el paseo un mocochinche, una bebida de durazno seco hervido con azúcar, canela y clavo, servida en bolsa y pajita y con el hueso de la fruta dentro. En este mercado puedes encontrar de todo, viejo o nuevo, pero de todo, ropa, calzado, comidas, muebles, piezas de ordenador, coches, platos, juguetes, chatarra, figuritas, teléfonos viejos y nuevos…

Después de unas tres semanas en la Paz queremos pasar el Año Nuevo, en otro lugar, que no sea una ciudad, queremos ver las estrellas. Nos vamos rumbo a Coroico y para llegar a la terminal tomamos un taxi, todo va bien, hasta que en una calle, de esas que parecen un tobogan, se abre el maletero y sale la mochila rodando. «¡NOOOOOOOO! ¡Mi mochilaaaaaaaaaa!» El taxista para con toda la parsimonia del mundo y bajo lanzada corriendo desesperada por mi mochila. ¡Qué susto! Tengo el corazón acelerado. El taxista mira el maletero y sin cambiar la expresión de la cara, nos dice: «No se como habrá podido pasar…». Una vez en la terminal, vamos a abrir el maletero y esta bloquado, cuando por fin lo conseguimos y sacamos las mochilas, nos cuenta: «ves, esque pongo este trapo aqui porque si se cierra del todo se bloquea y no se puede abrir» Mmmm… y luego nos dice que no sabía como podría haberse escapado la mochila…

Tomamos una combi donde no cabe ni un alfiler, las cosas atadas arriba, y dentro donde en teoría debería haber unos diez asientos hay veinte, ¡esto si es aprovechar el espacio!. Se ve que aquí deben jugar mucho al tetris… Nos vamos a Coroico, cambiamos el clima andino de las alturas por un clima medio selvático en temporada de lluvias. Para llegar lo hacemos por una ruta nueva, ya que la tradicional es la Carretera de los Yungas o «Carretera de la Muerte» construida por prisioneros paraguayos durante la Guerra del Chaco (sobre 1930). Actualmente, está prohibida la circulación y sólo pueden acceder tours en bici, no sabemos si alegrarnos o entristecernos… nos presentaba mucha curiosidad… pero la verdad, después de leer que había una media de 209 accidentes al año con 96 muertos y que en 1983 un bus se precipitó al vacío dejando 100 muertos… casi que nos alegramos.

La nueva carretera no deja de ser peligrosa, pero por su manera de conducir… se circula por el carril que se quiere (bueno, no sabemos si existe el concepto de carril) y se pita; que hay una curva, se pita; que hay un túnel, se pita; que hay… se pita. La historia consiste en que ya se apartará el otro… Preferimos no fijarnos mucho… A su vez, la carretera es preciosa y hace mucho frío, por suerte vamos todos pegaditos, hay una niebla densa y de pronto las gotas de lluvia se transforman en nieve. ¡Qué hermosura! Esta montaña de vistas infinitas y nevadas… con casitas desperdigadas de adobe que emanan humo por sus chimeneas… La nieve se marcha… y un túnel… es magia, el paisaje ha cambiado completamente ¡estamos en los yungas! donde se unen los andes con la amazonía, una combinación de montaña y selva. Un trozito más y llegamos a Coroico, un pueblo chiquito, entre la montaña, un pueblito entre las nubes. 🙂wpid-dscn9430.jpg

A las afueras, «Los Jardines del Sol» donde nos quedamos de voluntari@s un par de semanas por acampar. El sitio es precioso, nunca podremos saber cuantos pájaros cantaban a la vez… mariposas multicolores, árboles de hojas majestuosas, monitos y colibríes… y mucha lluvia. Llueve de noche, pero a media mañana, el sol espléndido, las gotas de rocío en las flores…

Es fin de año y bajamos a la plaza del pueblo, no sabemos que nos encontraremos… Preparad@s con nuestro kit… pero… que raro, las campanadas no suenan… nuestro reloj imitación casio, comprado en cualquier bazar de Ecuador, nos da las campanadas, entre risas empieza el año, un poco de cerveza y fiesta, alegría y mucha ilusión. Persiguiendo nuestros sueños y continuando el camino.

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Titicaca, el mar de los Andes


Lo que más nos gustaría en este momento sería teletransportanos a una cama, no importa como sea pero queremos dormir. Estamos en la terminal de buses a las cinco de la mañana (no es la primera vez, ni será la última) no hay sol, hace frío y nada abierto… Tenemos que esperar al menos a que amanezca, mejor en la terminal que en la calle. La cafetería abre, algo calentito por favor, mientras miramos el mapa para situarnos un poco en la ciudad. Estamos en Puno, una de las ciudades más altas del mundo, entre 3810 msnm y 4050 msnm. Despacito el día despierta, nos mobilizamos y en un ratito, tenemos hostal y nuestros deseos se ven cumplidos, así que hacemos una siesta a las diez de la mañana.

La ciudad conserva el aire tradicional con una mezcla de locura caótica en el centro. wpid-wp-1437418971972.jpegPaseando por una de sus calles llegamos al lago Titicaca y bordeamos un poquito de su orilla sin fin. Aquí la ciudad para, se relaja, el agua calma. El lago Titicaca es una mezcla de culturas: Aymaras, Quechuas y Urus, todas ellas con sabiduría ancestral, y que ahora comparten el Perú y Bolívia. Es el lago navegable más alto del mundo a 3812 msnm y cuenta con 8490 km2, estamos ante la inmensidad en las alturas de los Andes. Nos dejamos hechizar…

Un nuevo día, el sol nos acaricia, estamos en un puertito del lago, vamos a visitar las Islas de los Uros, o «gente de sangre negra» como se denominan ellos, un pueblo que huyó al lago cuando Pachacutec los asedió. Nos adentramos en el Titicaca atravesando wpid-wp-1437418981261.jpeg«bosquecitos» de totora, las plantas con las que hacen las islas, embarcaciones, casas,… la planta que les da la vida. A lo lejos un conjunto de islitas doradas, con unos arcos hechos de totora, con sus viviendas de totora, con su… todo de totora. Bajamos a una islita, es como hecho de paja, la isla artificial, se mece con el agua. Nos explican que tejen las totoras donde estas crecen de forma natural y van haciendo capas, hasta llegar a un ancho de unos dos metros, encima construyen casas y en el exterior cocinan para evitar incendios. Con la invasión inka este pueblo se las ingenió para huir y se fue al lago. Antiguamente vivían de la pesca, tenían corrales con aves y cuyes y esporádicamente, iban a tierra firme para intercambiar sus productos. Ahora, las más de veinte islas flotantes viven únicamente del turismo.wpid-wp-1437418985724.jpeg Los que en un día fueron «uris» o indómitos y bravos se han «dejado conquistar» por la dependencia del turismo. Admiramos estas construcciones, la valentía de vivir sobre el agua, las tradiciones, sus creaciones con la totora,… pero nos apena el como se pierde… Visitamos otra isla y justo cuando vamos a subir a nuestra barca aparece una mujer mayor, de aspecto cansado y sonriente, que vende helados en su pequeña embarcacion de totora. Nos inspira ternura, y a su vez sentimientos contradictorios, tan mayor y remando la barca… que vida tan dura…

Despedimos las Islas de los Uros, unas islas fascinantes, por lo que son y por su cultura. Estas pequeñas casas doradas embellecen el sagrado Titicaca y sus embarcaciones, se mueven plácidamente como si de estelas en el cielo se tratase.

Las despedidas no se acaban, y aunque seguiremos a orillas del místico Titicaca, decimos adiós al Perú, en el bus, miramos estas tierras que nos han acogido en sus brazos, nos han enseñado montañas imposibles, océano en calma, desiertos, ríos plácidos, culturas impresionantes, valles sagrados… pero sobretodo colores y personas que sonríen. La esencia del Perú la llevamos con nosotr@s.

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En la ruta, los trámites de migración pertinentes, sello de salida del Perú y sello de entrada a Bolívia, pasamos la frontera a pie y nos dejamos tentar por unas salteñas (empanadas de patata, pollo, verduras y aceitunas) queremos empezar a probar todo. El camino en bus continua, ya estamos en nuestro destino, Copacabana, pero antes de descender del bus un señor sube y nos cobra a cada un@ un boliviano por ingresar al Santuario de Copacabana, esto será el inicio de una extraña relación con los boletos de «acceso a la terminal» de la cual todavía no somos conscientes.

wpid-wp-1437418990069.jpegCopacabana es un pueblito a orillas del Titicaca que se ha convertido en un destino turístico, ya que es el lugar desde donde se puede ir a visitar la Isla del Sol, donde surgieron los legendarios Manco Capac y Mama Ocllo para fundar el Tahuantisiyo. Donde empezó toda una Historia… Nos hubiera encantado ir a la Isla del Sol, puede que hubiésemos entendido un poco más a esa gran civilización, pero es temporada de lluvias y no es buena idea acampar cuando en cualquier momento puede arrancar el diluvio.

wpid-wp-1437418994503.jpegEl pueblo es muy agradable y tranquilo, es chiquito y lo lindo es poder subir un cerrito a orillas del Titicaca, que aunque es pequeño tiene su esfuerzo porque parace que en cualquier momento te vaya a faltar el aire. Desde arriba el lugar hipnotiza, es la belleza pura, te hace sentir el Estar y lo importante es el presente no el «ver» ni el «hacer». Así que la tarde transcurre plácidamente desde el cerrito mirando el lago.

Los viajes no son fijos y los rumbos y tiempos se cambian según lo sentimos. La lluvia nos hace acelerar el ritmo así que nos encontramos de nuevo en el bus cambiando de emplazamiento. Al ratito del trayecto, paramos y el conductor nos dice que wpid-wp-1437418999012.jpeghemos de bajar tod@s, vamos a atravesar el Titicaca por Tiquina, su punto más estrecho. Para hacerlo se llevan nuestro bus y lo suben a una barca mientras nosotr@s esperamos una barquita de pasajer@s. ¡Qué curioso! Navegamos ese trocito de Titicaca y al llegar a la otra orilla tomamamos de nuevo nuestro bus, que había decidido que estaba cansado y quería mecerse en el lago azul. El camino continua…